Miedo

24 de abril de 2007






















Vencer el miedo....

Cuando tenía 10 años, salí a caminar por el barrio con una vecinita a la cual yo consideraba mi novia.
Al llegar a una esquina donde solían reunirse una serie de muchachos mayorcitos, uno de ellos levantó la falda de mi amiguita y le acarició la nalga.
Al ver el tamaño de mi oponente y el festejo de sus acompañantes ante la hazaña, sólo opté por agachar la cabeza y seguir caminado con ella como si nada hubiese pasado.
Al llegar a casa mi padre me vio evidentemente preocupado y me preguntó qué había ocurrido.
Cuando le expliqué lo sucedido, entre lamentos y reproches, me miró fijamente a los ojos y me dijo:

- "Mira hijo, lo que te acaba de pasar es sumamente incómodo. A mí también me ocurrió algo similar alguna vez. Si dejas que el miedo te venza, te cogerá ventaja".
Luego de meditar unos segundos, agradecí el consejo y me levanté rumbo al televisor.
Mi padre me tomó del brazo y me dijo con voz firme:
- "No me has entendido. Tienes dos opciones. O sales a enfrentar a esos idiotas o te las ves conmigo".
Realmente no dudé mucho de la elección. Mi padre era un napolitano inmigrante de la Segunda Guerra Mundial que cuando se ofuscaba pegaba duro. Opté entonces por la salida más digna, aunque obligada, de salvar el honor.
De más está decir que la hinchazón y el morado de los ojos duró más de una semana. Pero valió la pena. Mi amiguita descubrió en mí a un verdadero príncipe azul, levanté prestigio frente a mis amigos y otras niñas comenzaron a mostrarse interesadas por esa mezcla rara de amante latino y Bruce Lee. Sin embargo, lo más importante fue la enseñanza que me dejó la experiencia en el aspecto psicológico. Luego de la pelea mi padre me estaba esperando con hielo, aspirinas y cierto aire de orgullo.

-"Muy bien.-me dijo-es preferible tener un ojo hinchado y no la dignidad maltratada".

Esa noche dormí como nunca lo había hecho antes.

Maquiavelo dice: "Los fantasmas asustan más de lejos que de cerca". Eso es verdad. La única manera de vencer el miedo es enfrentarlo. De igual modo, no hay otra forma de solucionar un problema que haciéndole frente. No obstante las ventajas del método, los humanos nos resistimos a pagar el costo de la superación. Optamos por el camino más fácil: el alivio que nos produce la evitación y la postergación.

El no encarar las cosas impide que el organismo tenga el tiempo suficiente para vencer el miedo o solucionar el problema de que se trate. Enfrentarse a cosas desagradables es incómodo, pero es el precio para modificarlas y vencerlas.
Autor:Walter Riso
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PD:
Esta historia amigos/as me hace recordar a mi padre también casi en circunstancias parecidas, lo mio fue que un chico vecino (yo tenia 7 años) me tenia de punto, es decir por nada me pegaba, y yo también llegaba corriendo a mi casa, fulanito me pego,cosa que mi padre me dijo, la próxima vez que vengas llorando, mas encima te pego yo por no saber defenderte(en este caso estamos hablando de niñas)no era común en décadas pasadas que las niñas se defendieran (eramos el sexo débil, una mentira más)así que teniendo el apoyo de mi padre, cuando me enfrento, le pegue y mucho (con la rabia acumulada de varias pegatinas de parte de él)cosa que después vino la madre aquejarse con mi familia, suerte que tenia el apoyo de la mía, (aclaro nunca mi flia, fue a quejarse con la de el)esto me sirvió mucho en la vida, luego mi padre murió al año siguiente y esa lección quedo para la vida.

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3 comentarios: to “ Miedo

  • ignacio
    1:06 a. m., abril 25, 2007  

    Me trae recuerdos de los pleitos de chiquillos que sin duda formaron cierto caracter. Nunca me gusto pelear y mucho menos perder.

  • Silmariat, "El Antiguo Hechicero"
    7:54 p. m., abril 26, 2007  

    He intentado llamarte varias veces. Me encantaría escuchar tu voz y charlar un ratito.

    Sobre tu post, la vida nos enseña siempre.

    Todo lo mejor para ti, SIEMPRE!!!

    PS: Mi abuela, “La Filósofa”, entre otras cosas, me enseñó a que se tiene que ser agradecido en la vida. Que si uno tiene la suerte en ver y disfrutar otro día, mirar el sol y tantas otras cosas, lo menos que se puede hacer es dar gracias. Vengo por aquí a darte las gracias por cruzarte en mi camino, no creo en el azar, por algo nos encontramos y sé que te debía una visita.

  • Rodolfo N
    10:20 p. m., mayo 05, 2007  

    Si bien los golpes no son el camino, vale como recuerdo.
    Cariños

 
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